ESPEJO.
Esta tarde quise ser espejo. Evocar muecas en él. Tomar de la mano al chico del espejo y mendigarle un abrazo. Dejarse ser todo aquello que nunca fue. Marcharse y avanzar. Ser cuerpo sacudiéndose el polvo de los hombros. Resurrección del desaliento saliendo por la puerta de emergencia del miedo, tierra en barbecho en medio de la selva. Verde alrededor y en una coraza todas las sombras que engullen la penitencia. Se apaga la luz.
Hoy llevaba una máscara. Me saludo desde el otro lado del miedo. Desde el reflejo de mí mismo en esta habitación desordenada. Observando como tímidamente ni me atrevo a mirarme a los ojos. A pesar de ser yo. A pesar de todo. A pesar todos los cuerpos que habitan entre tú y yo, entre los egos y el lugar donde se acaba el tiempo de arena. Siempre a la contra, como dejar atrás unas pupilas señalando el mar. Preguntándole quién es el de detrás del espejo que antes susurraba letanías detrás de una vida agnóstica.
Plantando flores de plástico entre estiércol y fracturas.


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