YO, Y TODAS MIS CAZAS PROFUNDAS.

 



Yo, y todas mis cazas profundas.


Llegados hasta aquí nadie enciende el televisor,

ni vuelan tras los vientos canciones de mar

echas para los acantilados de la prisa, 

como las luces de las farolas tenues

que guardamos a veces en los bolsillos.


No todo abecedario empieza por a,

hay añicos que crean mundos, 

andando pies, recitando hojas y otoños

dentros de maletas directas al origen

de la postdata de una letra escrita a mano.


Temprano, grita una existencia predecible,

como la vez que ocurrió el espectáculo 

buscando el aeropuerto de unos lunares,

cerrando los lunes dándonos la espalda

bajo el chubasquero de un mundo ausente.


Y salvo más ladrones que se lleven el cielo

toda caza de nostalgia siempre resiste

a la superviviencia de unas pupilas,

que se lean sin voz y tengan alas, 

que nos suenen a domingo, por primera vez.

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