DE FUEGO Y SALIR.

 



Todo se sostiene. Todo. 

Tras la carga que deja la tempestad, todo se libera. Como si fuera un espejismo en el que culpar y obviar la tierra yerma. O culpar sin creer que llegaría a la desolada palabra que nos sostenga al vernos brotar. Como la calle más barata y triste de los años disparando al humo y exceso en la ciudad. Hablando de guerrillas de barro. De fuego y de salir de allí. Siempre con buenos escuderos.


Me columpio en la intermitencia de la lucha contra la inabarcable excusa que, tras sus pasos decadentes, alzaba la tarde en los interrogantes de su camino. Y se lo susurraba flojito al abril. Como perdiéndolo. Que todavía ni me encuentro ni sé escribir sus interludios. Y dudo que lo consiga. 


Esa lucha al trote contra mí mismo. Esa decadencia diluyéndose tras la ventana del erotismo y los muros alzados a unas piernas largas, destacando el norte, no sirven más que tierra donde labrar escondites y huecos llenos de despedidas. Ausencias, colillas y poemas por los que maldecir aquella primera vez. Nuestra vez.

Comentarios

Entradas populares