SIN MÁS.

 


No iba a merecerme como esa canción escapando por la ventana. Qué vendrá el último lunes y llorarán los mártires como los figurantes de aquella escena. Y vendrá con un sabor a nada. Como una grieta abalanzándose entre el pálpito de lo inefable, como un horizonte de asfalto, consumiendo adoquines y tránsito de metal. 

Y gritarán que todas las huellas y cicatrices son mías. Hechos de cristal y palabras incendiarias en un sol saliendo a medianoche. Dudando como siempre, bailando entre la perplejidad y el sustento de un irrepetible mensaje de dudas.

No iba con nadie en el empate. Ni siquiera sé quién escribió aquella esquela. Pero me salva de un naufragio de domingo. Masticando lentamente los minutos como Ángel González. Merendando algunas tardes. 

No iba a salvar del frío todos esos días en los que el tiempo iba hacia atrás. Qué duró muy poco. Casi tanto como nosotros en la boca de una metáfora. En la boca de una letra densa, que nos abrigue. Que nos cobije de una escapada hacia caminos contrarios. Y todo está servido ya. Y cómo sé que te vas, me quedo entre un cuerpo distinto y aquella novela por escribir. Salvando del frío cada una de aquellas huidas hacia un poema sin más. 

Sin más.

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