DESDE LA VENTANA.
I
Se expandió la necesidad de sobrevivir, aplazar la piedra y el camino. Los atascos y la ausencia. Sin embargo, nada está más arriba del horizonte que nuestros ojos y los pasos hacia la cruz.
Sobrevivo en un autobús en marcha rebotándose la luz entre cristal y cristal. Suena el silencio mientras leo "Vozdevieja" y un avión atraviesa el cielo como si fuera un cometa. Y grito. Grito dentro de mí y pregunto.
¿Alguien sabe donde se devuelve todo aquello que se queda por escribir? Quizás ya no lo quiera. Ni lo necesite en mi garganta de ceniza.
Pero entonces me amortiguan unos ojos a través de un retrovisor roto e implosiona el vacío en la batalla de un sueño. Esta vez cerrar los ojos sabe a ventana y víspera de algo mejor.
Túnel.
II
Hacía ya mucho que mi infancia no me rodeaba con sus brazos de trinchera. Como si fuera una patria fija e infinita dentro de este viaje. Tacto suave, nostalgia y vértigo desde la tumba hasta el cielo. Como si entre medias, dentro del mundo umbrío, todavía el perfume que dejan los abuelos siguiera en cada beso imaginario. Seguramente el dolor cure.
Vamos a reconstruir el barro desde la niebla. A cantar canciones estropeadas por la memoria. A intentar dormir y florecer en un campo de minas mientras el silencio nos encuentra en el exilio de la noche.



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