HABITACIÓN ALICATADA.
Cómo explicarle que me ahogan las voces. Los susurros. Aquellos que hablan en una habitación dentro de una cabeza acostumbrada al vértigo y al desastre. Cómo explicarle que alguien vive dentro de una habitación alicatada de baldosas oscuras y amarillas, buscando con las dos manos encadenadas poder encender la luz y apagar todos los monstruos que me visitan entre la costumbre y las contradicciones. Habrá que ponerles nombre algún día. Así la comedia no será tan trágica.
Sosteniendo una niebla obligada a aparecer siempre después del silencio, obligada a ser alimento para sus entrañas.
Como explicarle que me miraba la vida como el que mira el consuelo en su acantilado favorito. Que la noche me amortigua. Que la piedra conoce mi nombre. Como explicarle sin tener un rumbo en la lejanía. Cayendo sin poder cogerle la mano al tiempo, quemando la piedad en el despropósito de una canción lunática.
Todo entre ellos y yo, un naufragio irreversible.
Volviendo al sueño de una infancia perenne.



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