AGUIJÓN.
Y llegó. El último plural de nosotros. El camino. El laberinto. La alfombra roja sin gala. Huérfanos buscando algo de sombra y paz. Me siento en el aguijón de su cielo clavado en lo más ligero del alma. Como si fuera a salir el sol mañana. En el lastre de unos años amortiguando el miedo y el rechazo, lanzando por la borda mi caminar, mi destierro en unas dunas, mi sustento en mi féretro. Llegando a ser ni siquiera ya alguien en la lejanía del infierno, tomándome por rehén y enemigo cuando la soga se viste de rebuzno, siendo el niño que una vez conocí en el interludio de una duermevela. Y con todo por llegar dice que le sobran dias de desvelo y del querer, que no sabe dónde dormirá el futuro, que tampoco es humo todo, y que ya no, ya nunca más sabrá del que dinamitaba los puentes hasta llegar a rayarle con tachones su nombre. Dentro todo de un cansancio momentáneo, como las dudas de quien volveremos a ser mañana. Si hay mañana.